“La degradación de la creación, la destrucción de los lazos comunitarios y la desintegración del ser humano nunca podrán servir al pueblo. He ahí los límites a ser dados a todo lo que usamos nuestro día a día.
La señal de Dios es que seremos dirigidos dónde no planeamos ir. El Gobierno es una asociación de hombres que hacen violencia al resto de las personas.”
Tolstoy
El día de Pentecostés marca la fecha de la invasión final. El día en que la escatología invadió la historia, cuando el imposible se mostró real, cuando lo que parecía perdido se hizo verdadero, el día en que la posibilidad de la Comunidad se presentó como real en medio de la sociedad. Por eso, es un día de fiesta para todos cristianos.
Nada pasó a ser color de rosa o cambió substancialmente tras ese día, lo que de hecho ocurrió fue que de ahí en delante una otra forma de vivir se hizo posible: la eklesia, la iglesia de Dios, la comunidad del pueblo se mostró en todo su potencial. Sin embargo, lamentablemente, cuando se corrompe lo mejor es lo peor que puede suceder. La iglesia frecuentemente ha escogido el camino fácil de las estructuras y de la ley, y de construir para sí lo que había sido destruido desde ese día. La tendencia de cualquier agrupación humana es construir para sí sus torres de Babel, un lugar de vanidad, de poder, de exaltación de sí mismo, un apilamiento de ladrillos y gentes que piensan y sufren por no seguir y celebrar la diversidad. La tentación de este momento es: uniformar, encuadrar, adoptar modelos, servir de marco para sí mismos. ¿Y el resultado? Una confusión de lenguas y puntos de vista, un desentendimiento, el deseo de estar juntos basados en el si mismos. Babel, como todas las torres, muestra su vergüenza al final. Cuando deseamos encuadrar, construir nuestros reinitos y determinar, centralizar y mostrar fuerza, acabamos en confusión, en desentendimiento y terminamos entre extraños, nunca entre amigos.
Pentecostés es el reverso de Babel, es la hora que Dios visita un lugar, un pueblo, gente diferente y crea unidad en la diversidad, crea amor por el extraño, admiración por la diversidad. En Babel, aunque con una sola lengua nos transformamos en gente que no se entiende. En Pentecostés, de varios orígenes se hace una gran comprensión y acuerdo, y de la multitud de los que creen, se hace un sólo corazón.
Que en esta preparación para el próximo domingo, usted pueda orar, pedir a Dios su intervención y que el poder de él, que Su Espíritu Santo, señal y supervisor de la unidad venga sobre usted, su familia y sus amigos.
En la unidad del Espíritu, en el amor de Dios y en la Esperanza que hay en Cristo
Claudio
Claudio Oliver, inspirado por Illich.
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