Y entonces...¿cómo viviremos?

Leonardo Alvarez Castro

La partida abrupta de 21 compatriotas chilenos el viernes pasado nos ha impactado a todos, sin lugar a duda. La muerte está rodeada de tanto misterio e impotencia que nos hemos quedado en el silencio contemplativo, en la encerrona que nos dejan las preguntas, sin más remedio que reflexionar otra vez sobre el sentido de nuestra existencia, sobre las cosas que realmente valen la pena, en fin, sobre cómo estamos viviendo la vida o sobre qué base hemos cimentado nuestra esperanza.


No es fácil detenerse en un país como el nuestro, donde todos parecen correr desenfrenadamente por alcanzar resultados, como si por ello estuviéramos alcanzando el cielo.


La vida de estos amigos que han partido nos deja un bello legado, al cual podremos acceder si tenemos la valentía suficiente para tomar decisiones importantes. Primero que todo, se trata de un grupo de personas que consideraban que la amistad era la fuente de todo accionar en la vida. Es cierto que estaban haciendo su trabajo, pero tenían la conciencia de que estaban sirviendo a los demás, y en el proceso disfrutaban del compañerismo mutuo. Seguramente, cada uno de ellos, eran personas imperfectas como nosotros, pero  había algo en la forma en que afrontaban la vida que ha provocado que su partida nos deje a todos perplejos en algún sentido. Por los testimonios que hemos escuchado en los días posteriores hemos comprendido un poco más del dolor de la pérdida que nos ha traído esta tragedia.


En consecuencia, ha sido imposible no reflexionar con los amigos y conocidos, los sentimientos y pensamientos que nos embargan. Las preguntas que nos deja el misterio de la muerte y por sobre todo, las razones que nos impulsan a los seres humanos a seguir viviendo.


Indudablemente, una de las preguntas que flotan en el aire, aunque muchos no se atrevan siquiera a mencionarla es: ¿Cómo seguir viviendo en la incertidumbre del misterio de nuestro futuro? ¿En qué cosas invertir lo precioso de cada momento que tengo hoy, cuando sé que el futuro no es nuestro? ¿Qué decisiones tomaremos para resolver esta estúpida carrera por obtener resultados, dinero, éxito  y tantas otras cosas que palidecen frente a la muerte?


Lo cierto es que vivimos en un mundo que promueve el sinsentido y esa carencia de sentido y significado es, a fin de cuentas, la peor de las muertes que pueden existir.  Pero ¿cómo enfrentar el misterio del futuro? El acceso a la vida es una decisión dinámica que tomamos hoy. Si vamos por el río de la existencia, dejándonos llevar por ella, conforme a los designios de las mayorías, no viviremos realmente. Por eso es que se requiere valentía y por sobre todo FE.


Frente  al futuro que no conocemos, que no podemos palpar, ni ver, solo podemos acceder por la fe. Se necesita fe en Dios para tomar la decisión de vivir nadando contra la corriente de la filosofía de este mundo. Se necesita fe para tomar la opción de disfrutar cada momento que Dios nos regala, como si fuera el último, y por ende disfrutarlo con intensidad agradecida.


Que maravilloso es el hecho de  que Dios haya creado el puente para que esa fe pueda materializarse y hacerse realidad en nosotros. Se hizo hombre en la persona de Jesucristo para ser nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida.  En su ejemplo de vida en la tierra tenemos la guía para saber cuáles son las cosas importantes por las cuales vivir. Por su ejemplo podemos entender cuáles son las cosas trascedentes por las cuales vivir y morir.  Si tan solo volviéramos a sus pasos, podríamos encontrar tanto sentido a nuestro diario vivir.


Mucho del dolor que los chilenos estamos sintiendo en estos momentos, proviene de la conciencia de que personas jóvenes y entregadas al servicio de otros, hayan partido tan pronto de este mundo. Dios nos ayude a entender que la belleza y trascendencia de la vida no consiste en lo extenso de la existencia, sino en cómo vivimos los pocos o muchos años que Dios nos ha prestado en esta tierra.


Que así sea.

 

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