Te esperamos Florencia

Te esperamos Florencia

(3 Noviembre de 2018)

                La noticia de tu aparición era esperada, sin embargo, eso no aminoró mi sentimiento de sorpresa: “papá vas a ser abuelo”. Tres meses después supimos que serías mujercita y que te llamarás Florencia.

Ser padre de dos hijos varones ha sido una experiencia maravillosa. Desde que nacieron no he parado de mirarlos, y de fascinarme del milagro de sus vidas y ahora que sé que vienes en camino, me detengo de tiempo en tiempo a meditar en lo que será tu llagada. Muchos me dicen que ser abuelo es una experiencia muy especial, diferente a la de ser padre. Como sea, solo quería que supieras que te estamos esperando, que tus padres son personas muy especiales y te aman, aunque ni siquiera han visto tu rostro.

¿Sabes? Mientras se forma tu ser en el vientre de mamá, y disfrutas de la seguridad que te proporciona tu pequeña habitación espacial, pienso en la clase de mundo que te recibirá. Me cuesta encontrar las palabras precisas para describirte el mundo de afuera. Es que no quisiera que pensaras que no vale la pena este viaje y, por otro lado, tal vez sería bueno que supieras los tremendos desafíos que estamos afrontando como humanidad. Cuando llegues seguramente algunos te hablarán de calentamiento global. Otros te mostrarán la creciente ola de violencia en las calles. Incluso oirás de la locura de los seres humanos, obsesionados con el éxito, la fama y el poder. Tal vez lo que más te llamará la atención es como la gente dedica gran parte de su vida a trabajar para poder comprar cosas, porque desde pequeños se les ha enseñado que esto los hará más felices. Sé que todo esto suena terrible pequeña, pero no quisiera que por ello dejarás de venir a casa. Lo cierto es que el Creador está al tanto de todo. Él sabe muy bien que tu aparición es un signo de esperanza. Tu nacimiento es una expresión más de su Eternidad, del misterio de la Vida echa carne. ¡Qué bien le hará al  mundo tu llegada querida! Porque el amor que recibirás podrás compartirlo donde quieras. A propósito, sabias que me encanta la música y cantar.  Aquí te dejo unos versos de una canción muy hermosa que habla del amor.

“Debes amar la arcilla que va en tus manos

Debes amar su arena hasta la locura

Y si no, no la emprendas que será en vano

Sólo el amor alumbra lo que perdura

Sólo el amor convierte en milagro el barro

Sólo el amor alumbra lo que perdura

Sólo el amor convierte en milagro el barro.

Sólo el amor engendra la maravilla

Sólo el amor consigue encender lo muerto

Sólo el amor engendra la maravilla

Sólo el amor consigue encender lo muerto.[1]

 

Querida Florencia, te cuento que nacerás en una región muy hermosa del mundo. Si pudieras ver los lagos y montañas que nos rodean. Los ríos y arroyos que serpentean, bajando por los cerros. Los majestuosos volcanes que coronan nuestra cordillera. Ya puedo imaginarte con tu padre recorriendo nuestros parques milenarios. El olor a tierra húmeda, el tremendo espectáculo de los arboles otoñales. Los lagos congelados en invierno y la blanca nieve con su mágico manto. Me encantaría acompañarte en tus caminatas. Nada más poético que las huellas de personas caminando por los senderos, descubriendo, soñando, amando.

Te imagino indomable Florencia, no encerrada en las aulas de la información, sino educada en los brazos de tus padres que no paran de jugar y amar la Vida. Te imagino alocada y hambrienta de anhelos nuevos, de nuevos caminos, de nuevas historias, de nuevas canciones. Te imagino amiga apañadora hasta el alma. Te imagino apasionada, con ese brillo en los ojos, cautivadora, como quien lo tiene todo y por lo mismo lo entrega.

Querida Flo, te cuento que papá está construyendo tu casa con sus propias manos, ¡si vieras que linda está quedando! Está rodeada de árboles, cerca del lago y con grandes ventanales, donde entra la luz con mucha libertad. Papá dice estará lista para cuando llegues. Tu habitación es amplia y con una vista maravillosa. Las paredes de la casa están hermosamente adornadas con piezas irregulares de trozos de madera, lo cual la hace única y con toques muy artesanales.

Como ves, esperamos tu llegada al hogar querida niña. Sí, tu hogar y nuestro hogar. Ese espacio de vida que no se remite necesariamente al lugar donde habitamos, que está presente cada vez que nos pertenecemos mutuamente, cada vez que la solidaridad encuentra su casa. Esa esencia de amor que no se remite al lazo sanguíneo, que acoge al oprimido, al migrante, al cansado, al herido. Ese espacio donde la soledad se disipa por el calor de las almas que se entregan. ¿Sabías que la palabra “hogar” proviene de una palabra latina que significa “fuego”? Buena forma de pensar en el hogar mi pequeña niña, ¿no te parece? Nuestro hogar, como un fuego que acoge, que nos reúne, como ocurría antaño en el campo sureño, cuando nos juntábamos a contar historias, que hacían brillar nuestra imaginación. En fin, aquí estamos, esperándote. Que Dios nos encuentre con los corazones ardiendo cuando llegues, para que sepas que llegaste realmente a casa.

Finalmente, me despido por ahora, con una canción que escribí hace algunos años, precisamente, en una etapa de mi vida en que me sentía sin hogar, como un extranjero en mi país. Es una especie de clamor por el hogar. Espero te guste, aquí te la dejo con todo mi cariño. Te quiero mucho pequeña.

 

Casa de Barro

 

Dónde viviremos,

cómo escaparemos de la soledad,

Para hacer justicia al sol.

Precisamos de un hogar,

De una tierra donde estar unidos,

Soñando, sembrando lo que hay…

//Precisamos de un hogar

Un refugio hecho de barro y paz//

 

A. Dónde viviremos,

Cómo sanaremos, de este gran dolor,

que nos fue dejando lejos,

De los brazos del amor,

de ese Padre que nos dio la flor,

su olor, de adobe su canción.

Precisamos de un hogar,

donde el tiempo se detenga a amar,

Precisamos de un hogar,

Un refugio hecho de barro y paz.

 

Y aquí está,

Lo he encontrado en el umbral,

donde pude descansar, de esa loca ansiedad,

del delirio del afán.

 

He encontrado ese lugar,

y aunque herida mi alma está,

a mi hogar he vuelto ya.

He encontrado ese hogar,

mi refugio hecho de barro y paz.

 



[1] Solo el amor. Silvio Rodríguez